Cultura en una taza
Los tés de cultivo sostenible también dependen de una mano de obra especializada y cualificada, así como de un conocimiento de su historia y de las costumbres de sus gentes, quienes pueden afirmar que esas plantaciones de té son su hogar.
Un ejemplo maravilloso es el pueblo de Gurkha, que ha vivido en Darjeeling durante seis generaciones. Originalmente hindú, en la actualidad la población es una armoniosa mezcla de budistas y cristianos con monasterios y campanarios en expansión desperdigados por Mirik. Estas personas han vivido en las plantaciones de té durante cinco generaciones. Sus mujeres asumían el rol de recolectoras de té en el campo, una tradición milenaria desde que empezó el cultivo del té. Recolectar a mano permite que los plantadores de té seleccionen el mejor conjunto de dos hojas y capullo, para no causar ningún daño a la planta de té.
Estos trabajadores viven en coloridas casas pintadas en tonalidades azules, amarillas y verdes, todas ellas impecablemente limpias, con plantaciones de verduras y macetas con plantas que sirven de decoración. Siempre hay una vaca cerca, de la que cada trabajador dispone para obtener leche y producir fertilizante como compost orgánico, a menudo donada por las plantaciones para garantizar que la leche esté disponible para los niños (además, el excedente se puede vender para sacarse un dinero extra). La población de Gurkha no depende mucho del exterior, y raramente se va de esta región remota. Cultivan su propia comida, cantan y bailan por la noche.
Más allá de sus exquisitos sabores en la taza, el té es un recorrido y un descubrimiento de un maravilloso legado y tradición, una experiencia como ninguna otra que hace que las personas vuelvan, una y otra vez, en búsqueda de las cualidades intangibles de TWG Tea.