EL ARTE DEL CULTIVO DE OOLONG
En las primeras horas del día en Alishan, me reuní con la maestra de té con la que trabajamos para producir nuestro té Alishan Imperial Oolong personalizado. Supervisar la cosecha es esencial para garantizar que los tés de mayor calidad lleguen hasta los amantes de té de todo el mundo.
La reconocida maestra de té cuenta con una larga historia familiar de cultivo del té en la región, y aporta unos conocimientos únicos a los intrincados métodos necesarios para elaborar oolong de la mejor calidad.
Presencio el proceso de cultivo y veo cómo las colinas cobran vida con recolectores de té vestidos de colores, cuyas risas y charlas reverberan en los valles mientras escogen a mano el preciado té azul oolong. Paseo por los campos de té junto con la maestra de té mientras que el proceso de cultivo se desarrolla poco a poco, como una escena de un documental de viajes, una imagen impecable de la belleza natural de Taiwán.
El proceso de cultivo empieza con la cuidadosa selección de las plantas de té, que crecen en filas dispuestas meticulosamente en las laderas. Las plantas se nutren todo el año, y se brinda una atención especial a la cosecha primaveral, la primera de todas y la más significativa del año. En este momento, las hojas de té están en su mejor estado, tiernas y repletas de potencial.
Recolectar el té oolong es un proceso intrincado que requiere habilidad y precisión. Las hojas de té se suelen recolectar 3 o 4 veces al año. De ellas, la cosecha primaveral es la más estimada. Los trabajadores cualificados escogen las hojas jóvenes a mano y seleccionan únicamente los brotes que puedan garantizar la máxima calidad. Este meticuloso proceso de selección es crucial, ya que la calidad de las hojas tiene un impacto directo en el sabor final del té.
Tras la recolección, las hojas se someten a una serie de pasos para transformarlas en un exquisito té oolong. El primer paso es el marchitamiento, en el que las hojas se extienden para marchitarse y perder humedad. Este proceso da lugar a unas reacciones enzimáticas que desarrollan el sabor y el aroma del té.
Así, empieza el proceso de oxidación, una característica que define al té oolong. Las hojas se enrollan delicadamente en cilindros de bambú para romper las paredes celulares y exponerlas al oxígeno. Esta etapa de oxidación controlada realza el perfil de sabor del té y le aporta complejidad e intensidad. El nivel de oxidación puede variar y da como resultado diferentes tipos de té oolong, desde los oolongs verdes ligeramente oxidados hasta los oolongs negros muy oxidados. Una vez que se obtiene el nivel de oxidación deseado, las hojas pasan por un proceso llamado fijación, en el que se calientan para detener la oxidación. A este, le siguen los procesos de enrollado y secado, que dan forma a las hojas y eliminan la humedad restante. Para algunas variedades, como los oolongs negros, las hojas también se tuestan para desarrollar un sabor más intenso. El producto final es una obra de arte que combina artesanía natural y humana, y que refleja la dedicación y la habilidad que los maestros de té han perfeccionado durante generaciones.